Coronavirus en Bolivia Imprimir

El 12 de marzo, después de haberse conocido los primeros casos de coronavirus en Bolivia, se suspendieron las clases hasta nuevo aviso en todos los colegios, universidades e institutos de formación y todos los vuelos de y a Europa fueron cancelados. Se puede afirmar con toda seguridad que fue una medida acertada y racional frente al hecho que los hospitales no están en las mínimas condiciones para enfrentar una emergencia de semejante envergadura, si en tiempos “normales” suelen andar completamente sobrecargados y hasta colapsados. En Santa Cruz, la ambulancia con el primer contagiado tuvo que ambular literalmente de hospital a hospital, ninguno lo recibió y al final tuvo que ser alojado en un ambiente del gobierno departamental. No es entonces ningún misterio que actualmente el departamento de Santa Cruz se haya constituido como epicentro de la pandemia en Bolivia.
El Sedeges – Gestión Social, ente estatal encargado del seguimiento a las instituciones que trabajan con menores – hasta ahora no nos puede indicar que protocolo debemos cumplir y a dónde llevar a un niño enfermo. Literalmente se nos dijo: “Ustedes son lo suficientemente capos como para saber lo que tienen que hacer”. Peor todavía resultó la respuesta de un funcionario de salud: “Nosotros somos raza de bronce, un pueblo duro. Que los niños coman muchos chuños, quinua y listo”. Solo faltaba que alguien dijera como el presidente brasileño Bolsonaro, antes que también el Brasil se contaran a los infectados por miles y a los muertos por cientos: “El coronavirus es apenas una gripecita. El brasileño salta a una cloaca y no le pasa nada”.
Nosotros, en cambio, tuvimos que redoblar las medidas de higiene y ocupar razonablemente a las chicas y los chicos en casa. Los estudiantes de la Residencia Estudiantil Luis Espinal tuvieron que volver a sus casas si era posible. Cuando subieron los casos de contagios y ocurrieron los primeros fallecidos en el país, se declaró paso a paso una cuarentena total y los educadores ya no podían llegar al proyecto. Las chicas fueron evacuadas a la casa de Luis Espinal, donde vive la educadora nocturna y ahora, por la nueva situación, había habitaciones vacías. Los chicos quedaron en la casa de Tres Soles bajo el cuidado del profesor de deporte y su esposa, que estaban dispuestos de quedarse a vivir en el proyecto hasta que termine la cuarentena. Los apoya Braulio - uno de los primeros que llegó al proyecto - carpintero y "chef" formado y actor de Tres Soles, un "solesiano" de la primera hora para decirlo así.
Los más pequeños fueron llevados a las familias de la trabajadora social y del psicólogo y nosotros hemos recibido en casa a una de las chichas mayores por considerar que no hubiera sido fácil de integrarla a uno u otro de los grupos. Sólo se puede salir una vez por semana.  En vista de que Guisela y yo vivimos solo 15 minutos del proyecto y podemos ir allá por lo menos algunas horas, pues transporte público ya no hay desde tiempo. El tráfico de vehículos privados también está prohibido.
El único problema que nos queda, es llegar al banco para retirar el dinero necesario y hacerlo llegar a todos. Afortunadamente, se permiten bicicletas, pero es un largo camino hacia la ciudad.
Hasta este momento podemos decir que no es una mala solución. De otros hogares sabemos que tienen problemas graves. Las niñas y los niños no solo están más o menos encerrados, sino también abandonados, porque el personal no puede llegar, lo que obviamente pone en riesgo su seguridad e inclusive su alimentación. Los anuncios de un permiso especial para que los educadores puedan circular libremente para poder cumplir con sus tareas, lamentablemente quedaron en nada. La página Web, donde se hubiera podido solicitar tales permisos, nunca funcionó. La posibilidad de hacer cola por largas horas frente al comando policial tampoco era opción en medio de una cuarentena total a nivel nacional.
Para concluir cabe mencionar brevemente que la situación política que por la crisis del coronavirus obviamente todavía se ha agudizado más. Es un hecho que las elecciones presidenciales previstas para el 3 de mayo serán postergadas. La inseguridad política y social que reina desde la caída de Evo Morales se queda sin solución y se prolonga indefinidamente. La polarización entre los partidos enemistados se ahonda cada día más, hasta el extremo que ciertas regiones afines al expresidente – como El Alto o el Chapare – la población se resiste a cumplir la cuarentena con el argumento de “que el coronavirus ha sido inventado por el gobierno para oprimirnos”, “suspender las elecciones” y “quedarse en el poder”, o “con el Evo no hubiera pasado esto”. La ignorancia al respecto seguramente es ilimitada, pero es un hecho que gran parte de la población llegará rápidamente a sus límites en lo que a su economía se refiere, ya que el 70% de la población vive del sector informal y por ende de los ingresos diarios. Basta ver los asaltos y saqueos que ocurren en el sur de Italia, donde existen circunstancias similares a las nuestras. Sin embargo, hay que admitir que el gobierno boliviano moviliza grandes esfuerzos para garantizar el aprovisionamiento de víveres. También se cancelaron bonos para las familias más pobres, parcialmente se pagó las cuentas de agua y electricidad y se reprogramó el pago de créditos bancarios, pero no es seguro si esto es suficiente para evitar a corto o mediano plazo disturbios sociales. Lo seguro es que, si esto ocurre, saldrán las fuerzas de seguridad y las reprimirán violentamente.

Stefan Gurtner